La Constitución, un poema.
En 1877 Justo Sierra dijo, refiriéndose a la constitución liberal de 1857: la Constitución es un bello poema, tiene veinte años de vida y nadie la ha puesto en práctica.
A un siglo de que la Constitución vigente, la de 1917, fuera decretada, nos propusimos pensar en este texto y en sus implicaciones.
Sabemos que no hay correspondencia entre el México legal y el México real.
La constitución es más un horizonte, un racimo de intenciones que un conjunto de directrices que regulen la vida pública. Los derechos a la salud, a la educación, a la vivienda o al trabajo digno son derechos que ni se cumplen ni se exigen. Derechos que son aspiraciones: la ley como aspiración.
La ley que se aplica más como excepción que como regla. Aplicación siempre negociable, cumplimiento discrecional. La ley como moneda de cambió, es decir como reducto de legitimidad al que se acude en caso de que el frágil arreglo ilegal se trastoque. La ley entendida más como un mecanismo de coerción que como un sistema de reglas que regulen y organicen la convivencia.
Aun bajo este diagnóstico, creemos que es importante escuchar la Constitución que nos rige. Un texto complicado, modificado, muchas veces confuso. Quién mejor que los poetas para dar valor y peso a la palabra. Así que pedimos a ocho poetas de nuestra generación, Martha Rodríguez Mega, José Pulido, Javier Peñalosa, Camila Krauss, Benjamín Morales, Iván Cruz, Isabel Rodríguez Lopez y Valeria Guzmán que nos leyeran la Constitución completa (texto reordenado y consolidado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM).
Les compartimos este bello poema.
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